Hoy en día, un perro o un gato, incluso un caballo tiene una probabilidad significativa de ser transfundidos una o más veces en su vida.
Cada vez es más frecuente el uso de estos procedimientos en clínicas veterinarias donde las trasfusiones de sangre o sus productos se utilizan como terapia para tratar condiciones como la anemia, las disfunciones hemostáticas, hipovolemia, hipoproteinemia o una combinación de estas.
La Hemoclasificación es esencial para realizar estas transfusiones de la manera más segura posible y también para aprovechar al máximo la sangre donada.
La determinación del tipo de sangre es un proceso que garantiza que los animales se beneficiarán del apoyo de la transfusión ya que los aloantígenos eritrocitarios comunes pueden inducir una reacción inmune significativa en un receptor de transfusión.
Conocer el grupo sanguíneo tanto del donante como del receptor es fundamental para evitar reacciones adversas a la transfusión
En la especie canina existen ocho grupos sanguíneos: DEA-1.1., DEA-1.2., DEA-3, DEA-4, DEA-5, DEA-6, DEA-7 y DEA-8.
De todos ellos, el que tiene mayor poder antigénico y por tanto, provoca el mayor riesgo de reacciones adversas es el DEA-1.1.
El Donante Universal será un perro negativo al antígeno DEA-1.1.
En los perros (al contrario de lo que sucede en los gatos y en los humanos) no existen niveles significativos de aloanticuerpos preformados contra otros grupos sanguíneos, a no ser que el perro haya recibido una transfusión previa y haya desarrollado anticuerpos contra el grupo sanguíneo del donante.
En gatos existen tres grupos sanguíneos principales: A, B y AB. El grupo A es dominante sobre el B.
En los Gatos existen aloanticuerpos naturales contra otros grupos sanguíneos, incluso en animales que no han recibido nunca una transfusión sanguínea.
Se pueden producir reacciones fatales transfundiendo menos de 1ml de sangre incompatible, lo que implica que en gatos es indispensable comprobar si el donante y el receptor tienen grupos compatibles, incluso en la primera transfusión.