La hepatitis autoinmune (HAI) es un trastorno inflamatorio crónico caracterizado por la pérdida de tolerancia a los autoantígenos hepáticos, lo que genera un ataque autoinmune al hígado. Se subdivide en AIH tipo 1 (AIH-1) y tipo 2 (AIH-2). La AIH-1 es más común y afecta tanto a niños como adultos, mientras que AIH-2 es principalmente una enfermedad pediátrica. Para el diagnóstico de estas enfermedades autoinmunes, la determinación de autoanticuerpos circulantes se convierte en una herramienta clave para su diagnóstico. La presencia de marcadores específicos en los pacientes que la padecen y que son analizados de acuerdo con las pautas específicas recomendadas por el Grupo Internacional de Hepatitis Autoinmune está cercana al 95 %.
Estos marcadores también permiten distinguir entre Hepatitis Autoinmune Tipo 1, la cual tiene como principal característica la presencia de anticuerpos antinucleares ANA y/o anticuerpos anti-músculo liso ASMA, de la Hepatitis Autoinmune tipo 2 HAI-2 que cuenta con la presencia de anticuerpos antimicrosomal renal hepático tipo 1 (LKM1) y/o anti citosol hepático tipo 1 (LC1). El antígeno hepático antisoluble (SLA) es el único autoanticuerpo específico de Hepatitis Autoinmune y se encuentra en 20 a 30 % de los tipos 1 y 2 de esta patología hepática. Por otro lado, los anticuerpos anti-citoplasma de neutrófilo ANCA, se encuentra positivo frecuentemente en Hepatitis Autoinmune tipo 1, en enfermedad inflamatoria intestinal (EII) y colangitis biliar primaria (CBP) también de tipo autoinmune.
El método de referencia para la prueba de autoanticuerpos sigue siendo la inmunofluorescencia indirecta en triple tejido (hígado, riñón y estómago de roedores), lo que permite la detección de la mayoría de estos autoanticuerpos hepáticos. Particularmente los ANAS como ayuda diagnóstica en la Hepatitis Autoinmune debe ser vista con prudencia, pues un porcentaje bajo de la población puede llegar a ser positiva para anticuerpos antinucleares ANA. Unas tres cuartas partes de los pacientes con HAI pueden llegar a mostrar un patrón de tinción nuclear homogéneo sobre los núcleos de las células HEp2, mientras que un grupo significativo de población puede llegar a presentar un patrón granular o Nucleolar. Este patrón granular está frecuentemente presente en pacientes positivos para anti SLA por lo que es altamente recomendable la solicitud de este marcador en pacientes anti-Ro52 positivos con fuerte sospecha de enfermedad hepática. La presencia de ANA, junto con ASMA, se asocia fuertemente a AIH-1, siendo positivo en aproximadamente dos tercios de los pacientes, detectando estos anticuerpos anti-músculo liso (ASMA) en la mitad de los casos. La HAI seronegativa es poco común, > 95 % de los casos son positivos para ANA y/o ASMA teniendo en cuenta que los autoanticuerpos se analicen de acuerdo con los puntos de corte recomendados. La presencia de este marcador ASMA sobre tejido triple de roedores presenta una formación característica definida por Bottazzo et al. en 1976: patrón de vaso (V), vaso glomerular (VG) y vaso glomerular tubular (VGT), sin embargo, es de tener en cuenta que alrededor del 20 % de los pacientes HAI que son ASMA positivos carecen de los patrones VG o VGT y que es posible observar también este patrón en enfermedades hepáticas diferentes de la HAI, en particular la hepatitis viral.
Tanto en población adulta como pediátrica, la presencia de ASMA está relacionada con actividad y remisión de la enfermedad. Otro marcador útil en el diagnóstico, son los anticuerpos anti LKM1, un patrón que muestra una fluorescencia sobre el citoplasma de los hepatocitos y sobre los túbulos renales proximales. Los anticuerpos anti LKM1 son el marcador característico de la HAI-2, presentes en un 20 % al 30 % de la población pediátrica y en un 10 % de la población adulta.
Al igual que los ASMA, Los anticuerpos anti Anti-LKM1 también pueden ser identificados por inmunofluorescencia indirecta. Es importante al momento de la interpretación y lectura tener especial cuidado para evitar confundirlos con anticuerpos anti-mitocondria AMA en especial cuando no se usa el tejido triple para su determinación. Las sutiles diferencias entre las dos reactividades (AMA-LKM1) en sustratos hepáticos y renales requieren un observador entrenado. Es relevante tener en cuenta las siguientes características para identificar correctamente este patrón: en tejido de riñón, los anti-LKM1 tiñen los túbulos proximales más grandes, mientras que AMA tiñe con más intensidad los túbulos distales de menor tamaño y ricos en mitocondrias, mientras que en tejido hepático, el patrón de tinción de AMA es mucho más débil en comparación con el anti-LKM1.
El anticuerpo anti-LC1 también identificado gracias a la técnica de inmunofluorescencia indirecta sobre tejido triple, tiñe brillantemente el citoplasma del hepatocito, respetando la zona centrolobulillar y puede estar enmascarado por anti-LKM1 concomitante. Los dos autoanticuerpos a menudo están presentes en el mismo paciente y juntos, anti-LKM1 y anti-LC1 definen la HAI-2.
Por último, pero no menos importante en este grupo de anticuerpos, se encuentra el Anti-SLA, el único autoanticuerpo específico de AIH, con una especificidad de enfermedad informada de hasta el 98,9 %, no es posible hacer su identificación por IFI y pueden estar presentes tanto en AIH-1 como en AIH-2. Además de su alta especificidad para la HAI, el anti-SLA está asociado con un curso más agresivo de la enfermedad: histología más compleja, más tiempo para lograr la remisión de la enfermedad, una recaída más frecuente y la necesidad de trasplante hepático y hasta la muerte.
La posibilidad de tener estos anticuerpos que contribuyen al diagnóstico de enfermedades hepáticas autoinmunes permite que los pacientes cuenten cada vez con diagnósticos más certeros y rápidos que busquen un incremento de la calidad de vida de quienes la padecen.
